Se ha desarrollado con gran éxito en Madrid la Feria
Internacional del Turismo, más conocida como FITUR. Un evento que, junto a los
que se celebran en Berlín y Londres, constituyen las citas más importantes del
sector turístico internacional. He tenido la suerte de visitarla en fechas
recientes en mi calidad de consejero del Área de Medio Ambiente, obteniendo
impresiones sumamente positivas. Las primeras conclusiones apuntan a una
relación cada vez más consolidada entre naturaleza y turismo, calidad del
paisaje y respeto al entorno natural. La feria discurre por un recorrido
virtual por los atractivos más significativos de más de ciento cincuenta
países, amén de los stands regionales, comarcales o locales, como fue el caso
de algunos canarios. La presencia y el intercambio de representantes de las
instituciones públicas, empresarios del sector, agentes de viaje, en
definitiva, de todos los estamentos que tienen que ver en el cada vez más
complejo universo turístico nacional e internacional. Por ello es aún más
importante, si cabe, la toma en consideración del hecho natural y paisajístico
como punta de lanza de la promoción turística y la proyección externa de la
mayoría de los espacios geográficos representados en este certamen.
Así, por
ejemplo, determinados ámbitos naturales, como las Cataratas de Iguazú, eran
promocionadas con igual entusiasmo por tres países a la vez: Brasil, Argentina
y Paraguay.En este marco no deja de sorprender que incluso aquellas sociedades
más urbanizadas o que peor han tratado el medio ambiente en los últimos años
presentaban paisajes supuestamente naturales como leit motiv de su publicidad.
La promoción de Adeje, de sus urbanizaciones litorales y del campo de golf, se
acurrucaba bajo la sombra de los pinares en Fitur. El sol y la playa están en
recesión como referencia para atraer turistas, sin dejar de ser importantes han
pasado a un segundo plano, tras la naturaleza, el paisaje y los valores
patrimoniales, en general. Asimismo, es de destacar que lugares que no habían
podido ocupar un hueco en este tipo de eventos, como los de la llamada «España
interior», tenían una amplia representación en los diversos pabellones, desde
La Alcarria hasta la Sierra de los Ancares (entre Galicia y León), pasando por
decenas de comarcas que descubrieron sus encantos y atractivos naturales y
humanos para el visitante. Por todo ello, la visita interesada desde la
perspectiva ambientalista enriquece en el sentido de darnos ideas y alentarnos
a perseverar en el cuidado, defensa y revalorización de nuestro paisaje
agrario, del marco natural, de nuestros senderos, de nuestra arquitectura
tradicional, etc., en definitiva, de nuestra naturaleza en la más amplia
acepción de la palabra. En contadas ocasiones, el empresariado canario ha dado
muestras en nuestra historia más reciente de su apuesta por los valores
ambientales, salvo honrosas excepciones como el caso de D. Enrique Talg, del
Hotel Tigaiga, quien desde hace muchos años viene luchando casi en solitario
por difundir nuestra «Isla interior», por nuestros viejos y casi olvidados
caminos, con las papas arrugadas y el vaso de vino. He aquí un reto en el futuro
del turismo en las Islas, la revalorización de espacios, paisajes y modos de
vida tradicionales y en recesión desde hace décadas. FITUR nos ha enseñado por
dónde debe discurrir el sendero de nuestra principal y casi única actividad
económica, no se puede seguir vendiendo indiscriminadamente playas, sol y
torres de cemento, al contrario, hay que apostar de forma clara y sin ambages
por el descubrimiento de una naturaleza y una cultura que aportan elementos
originales y valiosos para las personas que nos visitan y quieren disfrutar de
un turismo verdaderamente de calidad.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 18 de Febrero 2001
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