domingo, 1 de julio de 2001

FIESTAS, FUEGOS ARTIFICIALES E INCENDIOS

En los últimos años ha aumentado de forma preocupante el riesgo de incendio en nuestros montes, quizás de forma proporcional a la concienciación medioambiental de toda nuestra sociedad. Sin embargo, nos enfrentamos en estas fechas a un nuevo problema que dificulta la protección y conservación de nuestros montes, se trata de la abundancia y profusión de fuegos artificiales, lo que supone un peligro potencial creciente de originar el temido incendio. 

Es difícil, si no imposible, encontrar cualquier fiesta, sea de barrio, pueblo o caserío, que no homologue la abundancia y riqueza de los fuegos artificiales con la calidad de la propia fiesta en sí, incluso como fórmula de comparación con las del pueblo de al lado. A esto se añade el cambio tecnológico y económico experimentado, es decir, la docena de voladores y la rueda de fuego son artilugios de un pasado vetusto y malmirado. En la actualidad, el imponente despliegue de cohetería, a lo largo y ancho de este estrecho territorio insular, nos induce a pensar que más que en unas fiestas parroquiales nos encontramos en la guerra del Golfo. Es en este punto donde debemos hacer una llamada al orden y al raciocinio de comisiones de fiestas, asociaciones de vecinos y ayuntamientos, entidades promotoras, en la mayoría de los casos, de las festividades anuales de todos y cada uno de los municipios tinerfeños, que impulsan cada año una vuelta de tuerca más en la desenfrenada carrera por ver quién hace los fuegos artificiales más grandes, ruidosos y flamígeros de la Isla.
Cuando a estas circunstancias se añaden unas condiciones meteorológicas francamente desfavorables, como las que hemos vivido los últimos dos años, no nos queda más remedio que realizar una llamada al orden y pedir comprensión y solidaridad con nuestra naturaleza. Hemos de tener en cuenta que los meses de mayo y junio son épocas tradicionalmente de predominio de los vientos alisios y del mar de nubes que humedece - al menos - las vertientes de barlovento de la Isla; sin embargo, en el presente año, este manto de humedad y frescor tan necesario para nuestros ecosistemas forestales prácticamente no ha aparecido. Esto significa que en estos meses, claves para atenuar el riesgo de incendio a lo largo del verano, hemos carecido del «paraguas de calor» que supone el mar de nubes, con lo que se deduce que se acercan unos meses extraordinariamente duros y peligrosos para los bosques tinerfeños, en los que cualquier imprudencia o acto involuntario será capaz de provocar grandes incendios.Es en este marco en el que queremos llamar la atención al movimiento vecinal, ayuntamientos y ciudadanos en general, para que - al menos este año - carguen menos las tintas en la potencia de sus fuegos artificiales y dediquen esos recursos a otras actividades festivas que contribuyan a realzar, de otra manera, las fiestas anuales. Tal vez podamos esperar a épocas más húmedas para poder realizar las magníficas e impresionantes demostraciones pirotécnicas que, en estas fechas, sólo incorporan peligros para la vegetación, para nuestros ecosistemas y para la seguridad de los trabajadores y voluntarios en la lucha contra los incendios del Cabildo Insular de Tenerife.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 1 de Julio 2001

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