domingo, 13 de enero de 2002

La importancia de la reforestación en Tenerife


LAS LLUVIAS REGISTRADAS en los últimos meses han dado un giro radical al sombrío panorama que rodeaba a los montes de Tenerife desde hace nada menos que seis largos y secos años. La escasez de precipitaciones ha sido la nota dominante incluso teniendo en cuenta el temporal del 7 de enero de 1999 que, a pesar de su virulencia y de la semblanza nevada del Teide durante varios meses, no aportó humedad al suelo de nuestra corona forestal de forma significativa. 

Es por ello que debemos congratularnos por este anhelado cambio de tendencia meteorológica y desear que se prolongue en el tiempo en los próximos meses y años. Esta finalización de la sequía no sólo beneficiará a los bosques de Tenerife en lo que a prevención de incendios forestales se refiere, sino que además permitirá - por fin - que los trabajos de reforestación puedan llevarse a cabo con una eficacia que no habíamos podido conseguir en los años precedentes. ¿Por qué es tan importante la reforestación para la Isla? Algunas personas piensan que el Cabildo de Tenerife gasta demasiados esfuerzos en intentar que las zonas más áridas de la Isla, las que se corresponden con el sureste y el sur, se cubran de un manto verde de especies autóctonas. Las razones que explican esta considerable inversión ambiental son variadas pero aquí sólo vamos a nombrar dos: la primera, la de luchar contra la erosión, que se ha convertido en uno de los mayores peligros para la biodiversidad insular y para los espacios naturales y rurales. El efecto cohesionador del suelo de la vegetación es lo único que podemos enfrentar a esa plaga tan extendida en los últimos años por el mundo que es la desertización. Por otro lado, la existencia de una masa forestal importante contribuye de manera sustancial a la infiltración de las aguas de lluvia a nuestro subsuelo y su posterior extracción a través de las galerías o pozos.
Hay que señalar, no obstante, algunos problemas que estamos encontrando con relación a estas labores, como es que las lluvias importantes comenzaron en torno al 10 de noviembre, es decir, que las primeras labores sobre el terreno han comenzado con una notable demora en la escala temporal de las estaciones. Por otro lado, se encuentra el creciente problema de los recursos humanos para este tipo de trabajos. El retroceso y la pérdida de la cultura agraria y forestal de gran parte de nuestra población de origen rural supone un serio obstáculo para lograr el éxito de la repoblación. Hemos de tener en cuenta que trabajar en las laderas altas del sur de Tenerife, en cotas situadas entre los 1.200 y los 1.800 metros de altitud, requiere un personal no sólo cualificado, sino también motivado. En este mundo nuestro tan desarrollado la gente huye de las labores agrarias porque se piensa que son demasiado duras con relación a trabajos relacionados con el turismo o la construcción. Este hecho es comprobable, si acudimos a la procedencia del personal ocupado en estas tareas, en su gran mayoría, perteneciente a las últimas generaciones de agricultores y provenientes de una amplia franja de honda tradición agraria, que engloba desde Teno Alto hasta la Vega lagunera, pasando por algún que otro chasnero.
En definitiva, es a este esforzado colectivo de trabajadores y trabajadoras de Tenerife y a las últimas lluvias acaecidas a los que podemos - y debemos - agradecer el futuro cambio de tonalidad de algo más de 100 hectáreas, replantadas en los dos últimos meses del 2001, de los áridos sures de Tenerife. Todos ellos con nombres ropios de la entidad de El Contador, Chivisaya, Chajaña, Archifira...


Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 13 de Enero 2002

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