EN LOS ÚLTIMOS DÍAS HA circulado de forma interesada, por
determinados círculos plataneros, curiosos rumores en contra de la justa
distribución de las ayudas europeas al cultivo del plátano, un acuerdo
refrendado hace pocos meses por el Parlamento de Canarias y por más de 15.000
palmeros el pasado 6 de septiembre. El mencionado rumor alegaba de manera
maliciosa que ese dinero "sería para pagar los pinos de Wladimiro".
Por supuesto, no pienso entrar en contestar estas simples
estupideces, entre otras razones porque los hechos nos avalan otra forma de
hacer las cosas, pero lo cierto es que el acuerdo parlamentario no ha puesto
fin a los graves problemas del sector. La lucha por la defensa de este cultivo
continúa y no debemos distraernos por meros "fuegos de artificio", y
mucho menos los que llevamos, al menos, quince o veinte años en la brega
ininterrumpida por su mantenimiento.
El pasado año terminó con una produción total que rondaba
las 420.000 Tm., es decir, el techo fijado en las ayudas de la Unión Europea, a
través de la ya famosa OCM. A pesar de estas cotas productivas alcanzadas, aún
no se ha visto el freno efectivo que cierre las puertas a las nuevas
plantaciones de carácter especulativo, uno de los temas largamente
reivindicados desde hace años. Parece ser que a partir del verano se pondrá
coto por fin a estas operaciones que tanto daño han hecho al sector.
Por otra parte, en estos momentos se constata una importante
pérdida de mercado en la Península Ibérica a favor del plátano procedente del
Área Dólar, nuestro gran competidor. Y la culpa es de algunos productores
canarios, con nombres y apellidos. Se ha confundido a los consumidores
peninsulares exportando variedades similares a las del Caribe (gran enana) y, a
la vez, vendido una parte de la produción canaria a las multinacionales con las
que competimos. Estas empresas se sirven del plátano canario como
"anzuelo" para introducir con mayor facilidad su producto. Para
precisar aún más hay que remitirnos a los datos de estas semanas invernales. Se
están colocando en las fruterías españolas 3 millones de kilos foráneos y sólo
6 millones de kilos del Archipiélago, con la subsiguiente caída de precios por
la saturación del mercado.
Ante este panorama, las conclusiones son previsibles. La
supervivencia futura del cultivo tendrá que basarse en consideraciones
ecoambientales y sociales. En ese sentido, la potenciación de las variedades
tradicionales como la pequeña enana, con plantaciones al aire libre (siempre
que las condiciones geográficas lo permitan) y, sobre todo, utilizar métodos y
técnicas ecoambientales, como sello de calidad y distinción para toda nuestra
producción. Para lograr estos fines son las ayudas tan duramente reivindicadas
por la Plataforma, y no para potenciar las plantaciones "industriales",
las defendidas con hechos y palabras por ASPROCAN. En este marco es en el que
debemos realizar un esfuerzo suplementario para la necesaria y urgente mejora
de la comercialización y de la relación con los consumidores peninsulares.
Estas pesetas (o euros) jamás serán utilizadas para plantar
pinos, sino para permitir que la gente pueda subsistir en espacios agrarios,
viviendo de la agricultura, para que paisajes como los de Buenavista, Hermigua
o San Andrés y Sauces pervivan en el espacio como parte de una cultura singular
y merecedora de un esfuerzo comun para su preservación, evitando que estos
territorios se conviertan en breve en un erial o en un solar.
EL DIA, 20 de Enero 2002
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