miércoles, 27 de febrero de 2002

Los rastrojos y el fuego en nuestros montes: balance del año 2001


EN ESTOS DÍAS hemos hecho balance de la actitud de nuestros agricultores a lo largo del año 2001 en un tema tan sensible para nuestros montes como es la quema de rastrojos. La primera conclusión es de una enorme satisfacción por la colaboración absoluta de más de 1.400 agricultores concienciados con los riesgos que entraña la eliminación de los rastrojos en sus tierras de cultivo. 
Para valorar esta situación, hay que recordar tiempos no demasiado lejanos, en los que muchos campesinos quemaban a escondidas estos residuos vegetales, bien aprovechando días nublados de menor visibilidad o bien haciéndolo al atardecer o en horarios intempestivos, con el evidente peligro que esta acción suponía para provocar incendios nocturnos, mucho más peligrosos de controlar y de extinguir. Es éste el marco del que partíamos, y es por ello que no podemos dejar de felicitar a todas estas personas por la toma en conciencia ante esta seria amenaza para la conservación de nuestros ecosistemas forestales.
Para constatar el avance en este aspecto crucial de la prevención de incendios basta con echar un vistazo a los cuadros - que aparecen en este artículo - que señalan la evolución del número de agricultores que colaboran con el Área de Medio Ambiente del Cabildo Insular en la quema controlada de rastrojos. Es un dato suficientemente elocuente que de los 444 agricultores de 1998 hemos llegado a los 1.439 del pasado año, es decir, se ha generalizado entre los campesinos de Tenerife el sentido de responsabilidad respecto a este tema y, al mismo tiempo, una confianza creciente en los equipos que el Cabildo dispone para este menester.
Estos datos deben ser relacionados con la Campaña de Incendios, porque no podemos obviar que en fechas pasadas muchos de los conatos de incendio se originaban en las fincas colindantes a los montes, casi siempre por la referida quema incontrolada de rastrojos, bien por procedimientos erróneos, bien por la acción del viento o por rescoldos mal apagados. El control y la vigilancia del personal de Medio Ambiente reducen prácticamente a cero el riesgo de que el fuego se reproduzca con virulencia y es una de las causas de la afortunada cosecha del pasado año en la lucha contraincendios.
En definitiva, sólo me resta reiterar mi más sincera felicitación a los agricultores que han modificado sus pautas ancestrales campesinas en pro de la preservación de nuestros montes, así como por su manifiesta y creciente confianza en los técnicos, agentes y cuadrillas de Medio Ambiente. En este sentido, merece la pena destacar la dedicación de este personal de la administración que, más allá de sus obligaciones profesionales y de horarios, han puesto todo de su parte por alcanzar este importante logro en la defensa de nuestros montes y de nuestra biodiversidad. Por último, hacer un nuevo llamamiento a los escasos agricultores que aún continúan realizando quemas a escondidas, por encima de las fuertes sanciones que conlleva esta práctica ilegal y peligrosa, se encuentra su propia responsabilidad como ciudadanos de esta tierra y la posibilidad de que se conviertan en responsables de un gran incendio. Este riesgo, por pequeño que sea, debe hacerles desistir de esta práctica y solicitar la colaboración gratuita y amistosa del Área de Medio Ambiente del Cabildo Insular de Tenerife.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 27 de Febrero 2002

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