EN ESTOS DÍAS hemos hecho balance de la actitud de nuestros agricultores
a lo largo del año 2001 en un tema tan sensible para nuestros montes como es la
quema de rastrojos. La primera conclusión es de una enorme satisfacción por la
colaboración absoluta de más de 1.400 agricultores concienciados con los
riesgos que entraña la eliminación de los rastrojos en sus tierras de cultivo.
Para constatar el avance en este aspecto crucial de la
prevención de incendios basta con echar un vistazo a los cuadros - que aparecen
en este artículo - que señalan la evolución del número de agricultores que
colaboran con el Área de Medio Ambiente del Cabildo Insular en la quema
controlada de rastrojos. Es un dato suficientemente elocuente que de los 444
agricultores de 1998 hemos llegado a los 1.439 del pasado año, es decir, se ha
generalizado entre los campesinos de Tenerife el sentido de responsabilidad
respecto a este tema y, al mismo tiempo, una confianza creciente en los equipos
que el Cabildo dispone para este menester.
Estos datos deben ser relacionados con la Campaña de
Incendios, porque no podemos obviar que en fechas pasadas muchos de los conatos
de incendio se originaban en las fincas colindantes a los montes, casi siempre
por la referida quema incontrolada de rastrojos, bien por procedimientos
erróneos, bien por la acción del viento o por rescoldos mal apagados. El
control y la vigilancia del personal de Medio Ambiente reducen prácticamente a
cero el riesgo de que el fuego se reproduzca con virulencia y es una de las
causas de la afortunada cosecha del pasado año en la lucha contraincendios.
En definitiva, sólo me resta reiterar mi más sincera
felicitación a los agricultores que han modificado sus pautas ancestrales
campesinas en pro de la preservación de nuestros montes, así como por su
manifiesta y creciente confianza en los técnicos, agentes y cuadrillas de Medio
Ambiente. En este sentido, merece la pena destacar la dedicación de este
personal de la administración que, más allá de sus obligaciones profesionales y
de horarios, han puesto todo de su parte por alcanzar este importante logro en
la defensa de nuestros montes y de nuestra biodiversidad. Por último, hacer un
nuevo llamamiento a los escasos agricultores que aún continúan realizando
quemas a escondidas, por encima de las fuertes sanciones que conlleva esta
práctica ilegal y peligrosa, se encuentra su propia responsabilidad como
ciudadanos de esta tierra y la posibilidad de que se conviertan en responsables
de un gran incendio. Este riesgo, por pequeño que sea, debe hacerles desistir
de esta práctica y solicitar la colaboración gratuita y amistosa del Área de
Medio Ambiente del Cabildo Insular de Tenerife.
Wladimiro Rodríguez Brito es
DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 27 de Febrero 2002
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