domingo, 12 de mayo de 2002

El agua y la transformación del espacio palmero


LA PALMA, DESDE el siglo XVI con la colonización hasta bien entrado el siglo XX, experimenta un proceso de deforestación en una demanda continua de suelos para sembrar cereales, vides, higueras y otros frutales, o sencillamente pastos para la importante cabaña ganadera. Los cultivos de regadío, que habían marcado pautas en la historia social de la Isla, siempre estuvieron reducidos a unas pequeñas manchas costeras, en Argual y Tazacorte, San Andrés y Sauces o la Dehesa, en Santa Cruz de La Palma, ligados todos ellos a importantes manantiales que manaban un volumen de agua superior a los 20 Hm3/año. 

En esta época, la ineficiencia de las conducciones, en su inmensa mayoría construidas con madera o simplemente de tierra, hacía que se perdiera una gran cantidad de agua en el transporte hacia las tierras de cultivo. A finales del siglo XIX asistimos a un gran cambio tecnológico en este aspecto, bajo la impronta de las firmas inglesas, comienzan a extenderse en las canalizaciones de los principales y más rentables manantiales la implantación de importantes infraestructuras de cemento y el uso de tuberías galvanizadas, es el caso del Canal de las Haciendas de Argual y Tazacorte o el Canal de Marcos y Cordero, entre otros.
Entre los años cuarenta y setenta se van a producir los mayores cambios socioeconómicos y de transformación del espacio conocidos en la historia de La Palma, gracias al agua en primer lugar, a su abundancia y a su calidad. Y, en segundo lugar, merced al esfuerzo y al saber hacer de los hombres y mujeres palmeras, que transforman paisajes agrestes y malpaíses en vergeles de regadío. En el análisis y las conclusiones de este proceso es fundamental tener en cuenta que a lo largo de cinco décadas se perforan más de 200 kilómetros de galerías y 18,5 kilómetros de pozos. Con el agua que mana de estas explotaciones se regarán nada menos que 4.000 hectáreas, casi todas sobre malpaíses volcánicos con suelos de prestación.
Es importante reseñar que en La Palma se ha producido en un acontecer ecológico muy distinto al experimentado por las Islas capitalinas, Tenerife y Gran Canaria. En la llamada "Isla Bonita" se ha mantenido un equilibrio entre los recursos que produce la naturaleza y lo que demanda cada día el hombre. Sin embargo, no debemos olvidar que en los primeros años de la expansión de las galerías se produjeron síntomas preocupantes con relación al deterioro de los acuíferos insulares (salinización de pozos, agotamiento de galerías tradicionales o pérdida de manantiales naturales, entre otros). En la actualidad, parece ser que se mantiene un relativo equilibrio entre los recursos y la demanda de la población. Este es, sin duda, un logro del que los palmeros y palmeras pueden estar satisfechos ya que no es tan fácil de lograr, sobre todo si lo comparamos con lo acontecido en el resto de las Islas mayores. No obstante, no debemos caer en la autocomplacencia y dejar de reconocer lo mucho que aún puede hacerse para optimizar los consumos de agua en la Isla de La Palma, tanto en lo que a la mejora y el ahorro en los sistemas de regadío como en el transporte y en el consumo urbano. En estos campos aún nos queda por recorrer un largo camino a pesar del esfuerzo y el interés mostrado desde hace décadas tanto por los organismos competentes como por los propios agricultores. Por último, me parece de recibo felicitar a los que han tenido y tienen responsabilidad en la gestión del agua en la Isla porque han sabido adaptarse a los tiempos y han sido capaces de mejorar los consumos y el uso del preciado bien, con la conciencia de que se trataba de un recurso abundante pero que podía escasear en el futuro por un uso desmedido. Desde el Consejo Insular de Aguas hasta las comunidades de aguas o el último agricultor, la actitud y la responsabilidad sobre la preservación para el futuro de este preciado recurso de la naturaleza han posibilitado el que esta Isla se haya convertido en un modelo de gestión para el resto.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 12 de Mayo 2002

No hay comentarios:

Publicar un comentario