DESPUÉS DE UN SECO OTOÑO, en el que los trabajos de
reforestación se han visto dificultados por la escasez de precipitaciones, se
asoma el deseado invierno con rostro lluvioso y benefactor para las zonas más
áridas de la Isla. En los últimos años hemos padecido una secuencia consecutiva
de varios años de sequía que han castigado duramente la labor emprendida hace
ocho años de reforestar las laderas sureste de Tenerife, con vistas a recuperar
la cubierta forestal de unos lugares que fueron intensamente aprovechados en
siglos pasados tanto para obtener madera para diferentes usos, bien para pastos
o para terrenos de cultivo.
Desde el punto de vista geográfico, se ha mantenido un
enorme esfuerzo humano y material en el cerramiento del "anillo" de
la Corona forestal, en los municipios de Candelaria, Arico y Fasnia, lugares
donde la erosión constituía (y aún representa) un peligro ambiental de primer
orden. Desde 1995 hasta hoy, se han reforestado una media de 100 Has./año de
pinares en el Sur y 20 hectáreas de monteverde en el Norte. Podríamos
establecer un símil sencillo, que hemos recuperado una cubierta forestal
equivalente a 840 campos de fútbol, lo que representa un logro espectacular con
relación a la superficie de la Isla y de nuestros espacios naturales
protegidos.
Las nuevas plantaciones realizadas en el otoño han tenido
que ser abastecidas con camiones-cuba dada la ausencia de lluvias, lo que ha
supuesto una ralentización de la reforestación y un despliegue diario de
recursos para asegurar la supervivencia de las nuevas plantas. De esta manera,
sólo se han plantado unos 15.000 pinos dado que a cada una de ellas hemos
tenido que regarla con algo más de 20 litros de agua. Sin la llegada de una
borrasca procedente del sur este esfuerzo debería ser mantenido, ya que son los
fenómenos meteorológicos que más agua descargan y proporcionan a la reseca
superficie de las laderas del sureste tinerfeño.
Con estas lluvias, que aún no han empapado la dermis del
sotavento de Tenerife, podríamos recuperar la dinámica normal de reforestación
que nos ha llevado a plantar - en estos últimos años - más de 900.000 pinos,
cedros, higueras o castaños, de los que han sobrevivido algo menos de la mitad.
Lo que representa un éxito histórico para la naturaleza insular, que ha
recuperado espacios antaño roturados y ocupados por el hombre y hoy
abandonados, con lo que hemos podido detener el proceso de erosión que es
especialmente grave y preocupante en esta zona de la Isla.
En definitiva, es difícil explicar a un ciudadano de
Tenerife, que viva en la vertiente comprendida entre Erjos y Aguagarcía, que
aún quedan espacios en la Isla en los que todavía no han caído ni 5 litros de
agua durante el invierno, mientras en sus lugares de residencia se han llegado
a registrar hasta los 200 litros. Es por ello que, en este complejo mundo entre
climatología y actuación del hombre en el territorio, el esfuerzo continuado
del Cabildo Insular de Tenerife para recuperar la ajada piel del sotavento
insular y recuperar el pasado color verde que fue en tiempos pasados
reemplazado por el ocre, está plagado de dificultades y obstáculos. Así, por
ejemplo, aún hoy, 11 de diciembre, estamos cargando cubas de agua para regar
los pinos que hemos plantado en zonas como el Lomo Cho Blas, en Fasnia, o que
estamos evaluando la posibilidad de tener que proceder a regar de nuevo los
15.000 pinos plantados en noviembre, en espera de la tan deseada borrasca del
sureste.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 15 de Diciembre 2002
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