HASTA AHORA, los almendros, las higueras y la mayor parte de
los cultivos de secano han venido experimentando una profunda crisis, dado que
la actividad económica ha preferido - por sus rendimientos - los cultivos de
regadío, primero, y el sector de los servicios, más recientemente.
A pesar de todo, aún perviven en nuestro archipiélago zonas
como las del oeste y noroeste de La Palma o las medianías de Santiago del Teide
y Guía de Isora, en Tenerife, en las que los almendros todavía dominan el
paisaje agrícola. Estos árboles sufren las penurias de la desatención desde
hace muchos años, algunos se han secado, casi ninguno recibe cuidados
especiales, ni por supuesto podas ni injertos o limpieza de ningún tipo. Han
quedado olvidados y marginados como mudos testigos de un tiempo pasado en el
que la agricultura alimentó a nuestro pueblo.
En este estado de cosas, hace 6 años, tratamos de comenzar a
mejorar las condiciones de estos árboles, en especial, de aquellos que se
encontraban al borde de vías públicas, como parte de un patrimonio histórico y
natural de nuestra sociedad. Sin embargo, las dificultades no tardaron en
llegar, en forma de obstáculos legalistas, ya que no podíamos utilizar fondos
públicos para cuidar estos árboles en terrenos privados.
En fechas más recientes, hemos asistido al nacimiento de la
Asociación Los Poleos, en la Comarca suroeste de Tenerife (con el
apoyo del Gabinete de Desarrollo Rural de nuestro Cabildo), y hemos comenzado a
andar juntos, con el convencimiento de que donde no pueda llegar la acción
pública llegará el interés de un grupo de ciudadanos, voluntarios y altruistas,
que dedica una parte importante de su tiempo y de sus recursos, para recuperar
la memoria olvidada de nuestro campo. Ellos han comenzado a limpiar la maleza, a
podar, a injertar y, en definitiva, a atender mínimamente a una pequeña parte
de las plantas que están pidiendo a gritos unos cuidados básicos para seguir
viviendo. Pero esto es sólo el principio. Tendremos en el futuro que hacer
extensivos estos cuidados a otros frutales "históricos" de nuestras
medianías como las higueras, los ciruelos, castaños, damasqueros, etc.
En este marco se celebró el pasado domingo un emotivo acto
en la Bodega Cumbres de Bilma en Chío, para reencontrarnos con los pocos
campesinos que aún nos quedan y que nos pueden contar - en primera persona - la
importancia real que estos árboles tenían para su subsistencia, de cómo los
mimaban y cuidaban como una parte más de su familia. Estos hombres y mujeres
nos hablaban a los asistentes, entre los que había una amplia representación de
jóvenes, de cómo se comportaban en un entorno en el que la sostenibilidad no
era una palabra hueca sino la única garantía para no pasar hambre. Y que ese
recuerdo, que hoy se recupera como un objetivo inalcanzable, debe ser un
acicate para desarrollar un nuevo compromiso con el patrimonio agrario y
cultural, hoy en profunda crisis.
En este sentido, desde hace años se vienen realizando
diferentes iniciativas para recuperar este patrimonio rural; entre las acciones
a destacar se encuentran la celebración desde hace ya cinco años de la Ruta del
Almendro, organizada por el Ayuntamiento de Santiago del Teide, que en su
última edición reunió a no menos de 200 personas; o la construcción de
carboneras que muestren a los jóvenes cómo se hacía el carbón de madera de
almendro, luego utilizado para cocinar. En el momento actual, en el que
importamos el carbón para las barbacoas de Paraguay o Argentina, es un motivo
para inducirnos a la reflexión la progresiva acumulación de leña en nuestros
bosques ante la indiferencia y el desinterés, mientras el riesgo de incendio en
los veranos se incrementa exponencialmente. Es decir, que a pesar de poseer los
recursos no nos interesa transformarlos para su consumo sino que nos resulta más
cómodo importarlos desde el exterior. Justo lo contrario de lo que se hacía
antaño de forma automática.
Es por todo ello, que queremos felicitar y animar a esta
joven asociación por ayudarnos desde elTercer Sector, desde la ciudadanía
de forma directa, a tratar de sensibilizar y educar a toda la sociedad, poco a
poco, a la vez que conservamos una parte importante y significativa de nuestro
patrimonio.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 6 de Abril 2003
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