domingo, 22 de junio de 2003

Primera prueba de fuego


EL PASADO SÁBADO, en torno a la una y media de la tarde, el agente de la Comarca de Acentejo, Jesús García Guardia, localizó un conato de fuego en los altos de la Dorsal de la isla, en un punto del Parque Natural de la Corona Forestal próximo al límite del Parque Nacional del Teide, entre el Pico de Cho Marcial y la Montaña de los Chiqueros.

Pasados unos minutos ya disponíamos en la zona de varias brigadas tratando de neutralizar el frente nordeste del incendio, que se dirigía hacia la Caldera de Pedro Gil, uno de los lugares más delicados para la propagación de las llamas dada su accidentada topografía y la facilidad con que se canaliza el fuego dentro de sistemas de barrancos y calderas.
A ello se añadió que el viento dominante procediera del oeste, lo que generó una compleja situación, ante la cual, de manera acertada, Jesús García, en unión de otro agente, Carlos Barros Rubal, ordenaron la puesta en marcha de todo el dispositivo de lucha contra el fuego, con especial atención a la defensa de la Caldera de Pedro Gil y el propio Valle de La Orotava.
Transcurridos estos primeros momentos, los técnicos del Servicio y el CECOPIN se pusieron al frente del operativo, movilizando equipos humanos y mecánicos hasta colocar en la zona nueve camiones motobomba y dos helicópteros que fueron decisivos en la defensa del frente este del incendio, el cual fue cortado básicamente por medio del agua. Por el contrario, el avance de las llamas al sur y al oeste fue más problemático por la distancia de los accesos al agua a usar en la extinción, dada la carencia de pistas. Ante esta contingencia, se hubo de recurrir al sistema tradicional de lucha consistente en la limpieza de una trocha mediante motosierras, machetes y restos de útiles básicos en este tipo de operación. Ello dio lugar a un mayor esfuerzo en el que participaron los nuevos equipos contraincendios para este verano contratados a la empresa TRAGSA, quienes realizaron una encomiable labor ante las dificultades debidas a la espesura de la vegetación y a la falta del recurso agua, que sólo pudo ser aportada por los helicópteros. Dicha vegetación se compone de escobones, retamas, pinos y chahorras, entre los que se situaban abundantes colmenas, lo que vino a añadir un peligro adicional, ya que ardieron veinte de ellas y las avejas dispersadas crearon situaciones de riesgo de las que derivaron diversas picaduras entre el personal de extinción.
Ante esta situación, es muy de destacar la gran profesionalidad y dedicación de este personal, máxime teniendo en cuenta que debieron esperar sin comer hasta el anochecer prácticamente, lo que nos invita a mejorar más aún, aspectos como el avituallamiento.
En suma, es justo felicitar a los técnicos y laborales que mostraron tanta capacidad de trabajo y esfuerzo, gracias a los cuales todo el suceso quedó en un pequeño incendio que no llegó a mayores proporciones, a pesar de la realidad orográfica y natural del Valle de Güímar y sus cumbres, así como el ambiente notablemente seco y la cantidad de combustible acumulada tras un invierno lluvioso.
Esta felicitación ha de hacerse por supuesto extensiva, tanto al equipo de helicópteros de la Comunidad Autónoma y sus pilotos, que trabajaron afanosamente en transportar agua desde la balsa de Archifira en Fasnia hasta los más de 2.000 metros de las estribaciones de la dorsal tinerfeña, como a la Guardia Civil, las Policías Locales de Güímar y La Orotava, guardamontes municipales de La Orotava y, cómo no, los grupos de voluntarios OMICRON y el Grupo de Pronto Auxilio de Arafo, colectivos todos siempre dispuestos a la colaboración en defensa de nuestros montes.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 22 de junio 2003

No hay comentarios:

Publicar un comentario