EL PASADO SÁBADO, en torno a la una y media de la tarde, el
agente de la Comarca de Acentejo, Jesús García Guardia, localizó un conato de
fuego en los altos de la Dorsal de la isla, en un punto del Parque Natural de
la Corona Forestal próximo al límite del Parque Nacional del Teide, entre el
Pico de Cho Marcial y la Montaña de los Chiqueros.
Pasados unos minutos ya disponíamos en la zona de varias
brigadas tratando de neutralizar el frente nordeste del incendio, que se
dirigía hacia la Caldera de Pedro Gil, uno de los lugares más delicados para la
propagación de las llamas dada su accidentada topografía y la facilidad con que
se canaliza el fuego dentro de sistemas de barrancos y calderas.
A ello se añadió que el viento dominante procediera del
oeste, lo que generó una compleja situación, ante la cual, de manera acertada,
Jesús García, en unión de otro agente, Carlos Barros Rubal, ordenaron la puesta
en marcha de todo el dispositivo de lucha contra el fuego, con especial
atención a la defensa de la Caldera de Pedro Gil y el propio Valle de La
Orotava.
Transcurridos estos primeros momentos, los técnicos del
Servicio y el CECOPIN se pusieron al frente del operativo, movilizando equipos
humanos y mecánicos hasta colocar en la zona nueve camiones motobomba y dos
helicópteros que fueron decisivos en la defensa del frente este del incendio,
el cual fue cortado básicamente por medio del agua. Por el contrario, el avance
de las llamas al sur y al oeste fue más problemático por la distancia de los accesos
al agua a usar en la extinción, dada la carencia de pistas. Ante esta
contingencia, se hubo de recurrir al sistema tradicional de lucha consistente
en la limpieza de una trocha mediante motosierras, machetes y restos de útiles
básicos en este tipo de operación. Ello dio lugar a un mayor esfuerzo en el que
participaron los nuevos equipos contraincendios para este verano contratados a
la empresa TRAGSA, quienes realizaron una encomiable labor ante las
dificultades debidas a la espesura de la vegetación y a la falta del recurso
agua, que sólo pudo ser aportada por los helicópteros. Dicha vegetación se
compone de escobones, retamas, pinos y chahorras, entre los que se situaban
abundantes colmenas, lo que vino a añadir un peligro adicional, ya que ardieron
veinte de ellas y las avejas dispersadas crearon situaciones de riesgo de las
que derivaron diversas picaduras entre el personal de extinción.
Ante esta situación, es muy de destacar la gran
profesionalidad y dedicación de este personal, máxime teniendo en cuenta que
debieron esperar sin comer hasta el anochecer prácticamente, lo que nos invita
a mejorar más aún, aspectos como el avituallamiento.
En suma, es justo felicitar a los técnicos y laborales que
mostraron tanta capacidad de trabajo y esfuerzo, gracias a los cuales todo el
suceso quedó en un pequeño incendio que no llegó a mayores proporciones, a
pesar de la realidad orográfica y natural del Valle de Güímar y sus cumbres,
así como el ambiente notablemente seco y la cantidad de combustible acumulada
tras un invierno lluvioso.
Esta felicitación ha de hacerse por supuesto extensiva,
tanto al equipo de helicópteros de la Comunidad Autónoma y sus pilotos, que
trabajaron afanosamente en transportar agua desde la balsa de Archifira en
Fasnia hasta los más de 2.000 metros de las estribaciones de la dorsal
tinerfeña, como a la Guardia Civil, las Policías Locales de Güímar y La
Orotava, guardamontes municipales de La Orotava y, cómo no, los grupos de
voluntarios OMICRON y el Grupo de Pronto Auxilio de Arafo, colectivos todos
siempre dispuestos a la colaboración en defensa de nuestros montes.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 22 de junio 2003
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