EL PASADO SÁBADO celebrábamos un bonito acto de despedida,
el de la jubilación de don Benito Fraga, un guarda de Medio Ambiente que ha
nacido y vivido en los montes de Tenerife, familiarizado con toda la
problemática social y ambiental de nuestras cumbres, pues su padre fue uno de los
cabreros que pastó más de mil cabras en la Finca de Iserse y Graneritos, junto
a otros convecinos suyos de Taucho.
Don Benito todavía evoca el uso que se dio a una era próxima
a la casa de D. Juan Évora, en Boca Tauce, a casi dos mil metros de altura, lo que
refleja el hambre de tierra y la dureza con la que tuvo que luchar nuestro
pueblo para sobrevivir con gran limitación de recursos, aunque hoy un amplio
grupo de intelectuales y ambientalistas marcadamente urbanos consideran que la
Isla se halla en el peor momento ambiental de su ya larga historia,
lamentablemente ignorando unos hechos tan recientes como los que cuenta don
Benito. Él mismo nos narra cómo a la Casa Forestal de Los Realejos, hoy en
medio de la espesura del pinar, se le llamaba "Casa del Queso",
porque allí -diríamos en un sentido cariñoso- "aparcaban" las cabras
que en junio entraban en Las Cañadas, siguiendo la costumbre ancestral de los
antepasados aborígenes de aprovechar tras el duro invierno los recursos de la
vegetación que alcanzaba la floración, para más tarde, agotada ya ésta,
abandonar la zona, al tiempo que los fríos otoñales advertían de la proximidad
del invierno. Estos ganados, según las estimaciones que hace nuestro entrañable
guarda forestal, superaban las diez mil cabezas en pleno siglo XX; tal era la
presión y el nivel de necesidades que hubo en esta Isla. Y no digamos más para
ilustrar esta realidad que el relato de otro suceso acaecido en los años
cuarenta, cuando un señor de San Miguel, junto a un camello cargado con cuatro
retamas para alimentar a sus animales, murió por un tiro de un supuesto guarda,
huyendo en dirección hacia el Paisaje Lunar.
El panorama que mostraban las cumbres así pastoreadas era
muy distinto al que hoy podemos disfrutar cuando, también a mediados de junio,
pero ya en pleno 2004, subimos a Las Cañadas y vemos el lujo de floración de la
hierba pajonera o del tajinaste rojo, elementos de un paisaje que seguro en
miles de años no había destilado este esplendor. No hay más que acercarse a las
fotografías de la primera mitad del siglo pasado, en las que plantas como
retamas y rosalitos de cumbre, hoy tan abundantes en el Topo de La Grieta, los
alrededores de El Portillo, Montaña Guajara y tantos otros parajes, en aquella
época, increíblemente, eran especies muy dispersas e incluso raras. Y hemos
llegado a la situación actual gracias a que la tan maltratada economía de los
servicios nos permite vivir sin hacer uso de este territorio, pues, más allá de
la labor que realizamos los que tenemos responsabilidades en el medio ambiente
de la Isla, hay que reconocer que el mejor aliado de éste se halla en haber
superado las épocas de miseria y penuria en que ha vivido nuestro pueblo, al
menos en los últimos quinientos años. Y es que la pobreza y la miseria no son buenos
aliados del medio ambiente por mucho que hoy en día las plataformas del
"NO" ignoren o confundan sobre la historia ambiental y social de este
pueblo, alegando que todo tiempo pasado fue mejor, que la Isla se hallaba
antaño en un estado de conservación ideal y que en la actualidad todo es
especulación y negocio. Por ello, la enhorabuena para este trabajador del medio
ambiente que se nos jubila, verdadero libro abierto sobre las cumbres de
nuestra Isla. Los desmemoriados urbanícolas y teóricos ambientales de este
territorio debieran dedicar algunos ratos a dialogar con él y con personas como
don Tomás Rodríguez, guarda que se ha dejado más de cincuenta años en los
montes tinerfeños, y con tantos otros que dedicaron su vida al medio ambiente
de Tenerife; personalidades todas ellas familiarizadas con nuestra gente y su
cultura, aunque no tuvieran la oportunidad de pasar por las aulas
universitarias ni de publicar libros que dan lecciones catastrofistas de este
territorio.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 20 de junio 2004
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