domingo, 18 de agosto de 2002

Moratoria y agua en Tenerife


PARECE SER QUE EL AGUA vuelve a ser un tema de actualidad, quizás por la mayor conciencia entre la población canaria de ser un recurso extremadamente valioso y que padece, en los últimos años, una merma tanto en cantidad como en calidad. El acuífero de Las Cañadas acusa un descenso en los últimos años que varía entre 50 cm. y 2 m./año y la conductividad del agua para los consumos urbanos y para riego no hace más que aumentar, alcanzando en los últimos tiempos la preocupante cifra de 1.000 microsiemens/cm., es decir, una proporción de sales que la hacen problemática para la salud y la agricultura.

Para muchas personas la desalación es la respuesta a estos problemas que afectan al preciado elemento, ya que el mar ofrece agua en "cantidades industriales", nunca mejor dicho. Sin embargo, la realidad es otra, ya que a pesar de la significativa mejora tecnológica experimentada por los procesos de desalación, los costes de producción siguen siendo notables. Sin olvidar, por supuesto, que es el petróleo aún la fuente de energía que debe sostener este entramado. Es por ello que los 5 Kw. que cuesta producir un metro cúbico de agua continúan siendo un valor notable que esta sociedad debe desembolsar para asegurarse el abastecimiento. En ese sentido, no debemos perder de vista que nuestra dependencia de la desalación no hará más que crecer en el futuro, puesto que los acuíferos continuarán en su proceso de caída. A los mencionados costes de desalación hay que añadirle los consumos energéticos para la elevación del agua del nivel del mar hacia el interior y donde se encuentren los cultivos o los centros de población.
Para confirmar este panorama basta con repasar los datos que suministra el Consejo Insular de Aguas sobre la evolución de la producción de las galerías insulares, que han pasado de valores superiores a los 6.000 l./sg. a algo más de 4.038 l./sg., para el año 2000, en un proceso de descenso que no parece haberse detenido.
Lo que añade preocupación a esta situación es que los consumos se han disparado, en especial, debido al crecimiento desmedido del turismo y de la población residente, que superan ya el 50 por ciento de la producción total de las aguas insulares, es decir, de los 6.500 l./sg. producidos por galerías, pozos y manantiales. Los grifos han superado a la agricultura en la demanda de agua por primera vez en nuestra historia. Por todo esto, hablar del agua y de su relación con la piel de este territorio es hacerlo de los regadíos de las zonas Sur y costeras del Norte de las Islas, de los puestos de trabajo que generan, de la producción de alimentos y de una menor dependencia del exterior en las importaciones, del mantenimiento de la población en sus hábitats tradicionales y, por supuesto, de paisaje y de una cultura agraria que ha tardado siglos en generarse. Los agricultores en Tenerife ya han sufrido la moratoria vía precios y calidad del agua que supera en Vilaflor las 100 ptas./m.. La Isla ha perdido próximo al 50% de las tierras regadas en los años sesenta.
En definitiva, tenemos que insistir en que en la mejora de la gestión y en el consumo del agua nos va una gran parte de nuestro futuro. De esto se derivan una serie de prioridades urgentes como son: frenar el crecimiento poblacional y el turístico, mejorar la red de distribución, reducción de los consumos urbano - turísticos (cada turista consume más de 3 m. por estancia de media) y, en especial, resolver una de nuestras asignaturas pendientes: la reutilización del agua a través de la depuración. A pesar de los esfuerzos realizados aún estamos "en pañales" respecto de otros lugares en los que se ha apostado por esta opción, mucho más ecológica y ambiental que las demás. Aún no hemos sido capaces de alcanzar la cifra de 500 l./sg., de los más de 3.000 l./sg. que consumen las zonas urbanas de Tenerife; pero se revela como un tema clave cara al futuro. Para alcanzar este objetivo, Cabildos, Gobierno de Canarias y Ayuntamientos han realizado un notable esfuerzo, que aún continúa, en la mejora y/o construcción de redes de saneamiento y alcantarillado, de las que tanto hemos adolecido en estas Islas.
Para finalizar, me permito realizar una recomendación para la ciudadanía. Y no es otra que romper de una vez por todas con la idea romántica del agua brotando de una fuente inagotable que es el subsuelo de algunas Islas, en especial Tenerife y La Palma, aderezada algunos años (cada vez menos) por la imagen del omnipresente Teide cubierto de nieve. Ni siquiera deben imaginar que existe una maquinaria mágica que convierte el agua salada del profundo océano en prístinas cascadas de agua dulce, sin ningún tipo de coste económico o ambiental añadido. Sustituir estas ideas peregrinas por el reconocimiento de que somos garantes de un recurso tremendamente escaso y finito para nuestros hijos y que, por tanto, es una responsabilidad individual y colectiva contribuir al ahorro y al mejor uso del preciado líquido.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 18 de Agosto 2002

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