domingo, 22 de septiembre de 2002

Las papas y el medio ambiente


EN ESTOS DÍAS hemos vivido una polémica sobre las importaciones de papas y el consumo local, entre productores isleños, por un lado, y grandes centros de distribución, por otro. Ante estos hechos resulta innecesario añadir que hemos de realizar un esfuerzo diario y suplementario para que la sociedad de las Islas conozca, distinga y valore en su justa medida los productos de su tierra, y las dificultades que entrañan sus elevados costes y la problemática de la producción.

Para empezar, estos problemas se producen en un año excepcional por la abundante producción cosechada en las Islas Británicas, lo que supone que lleguen al consumidor a costes sensiblemente más bajos que en años precedentes, lo que repercute negativamente en las rentas de nuestros agricultores que sufren un desánimo considerable ante esta coyuntura desfavorable. Por el contrario, los años anteriores en los que las producciones europeas han sido peores, los precios se han disparado muy por encima de la lógica de este importante producto alimenticio. Es por ello que necesitamos una producción propia, mínima y estable cada año, que se mantenga al margen de los vaivenes coyunturales e incontrolados del mercado.
La única alternativa posible es crear las condiciones para que nuestros agricultores continúen sembrando las papas. Así, por ejemplo, el POSEICAM ha supuesto un avance importante para mantener la producción local (cuantificada en una ayuda de 25 pesetas por kilo comercializado). A pesar de ello, los cuellos de botella en el sector subsisten, en especial, en el proceso de comercialización, como ha quedado puesto de manifiesto en los últimos días. No deja de ser un hecho paradójico que los mismos que importan las papas de semilla para vendérsela a los agricultores durante el invierno, en verano importan papas de consumo de Europa, que compiten duramente con nuestras producciones.
Otro aspecto que no debemos olvidar es la relación de este cultivo con el Medio Ambiente y su preservación. En este sentido, hay que destacar que los productores de papas son unos de nuestros mejores colaboradores en la prevención de incendios en el norte de Tenerife, con una significativa labor consolidada a lo largo de muchas décadas en la recogida de miles de metros cúbicos de pinocha, para elaborar abonos orgánicos y aportar nutrientes básicos a nuestro tubérculo por excelencia, y con la limpieza y eliminación de bardos de zarzas y helecheras de los entornos forestales. Ante este pasado hay que hacer una lectura diferente de las zonas paperas, desde Topete en La Guancha, hasta el Llano de Castillo, en La Esperanza. Actuando de manera muy significativa en todas las zonas altas del Valle de La Orotava, Icod de los Trigos (Los Realejos) y Tierras de Mesa (San Juan de la Rambla). Pues si sólo exceptuamos la zona de Los Campeches (Los Realejos), con tierras abandonadas, el resto de las zonas agrícolas que lindan con los montes suelen estar limpias. Más allá de Redondo a Icod de los Vinos, si exceptuamos un espacio en San José de los Llanos, en El Tanque y en la Tierra del Trigo, en Los Silos, el resto del noroeste se encuentra francamente colonizado por matorrales de zarzas, espinas, etc., con el peligro que supone para que se desencadene un incendio. En definitiva, las papas nos mantiene limpia de matorral una superficie superior a las 2.000 hectáreas en el entorno de la Corona Forestal.
Por todo esto, hay que dejar claro que los cultivos de papas nos ayudan en la tarea diaria de prevenir los riesgos de incendios, en especial, en los lindes que abarcan desde la Corona Forestal hasta las zonas habitadas en el norte de Tenerife. Asimismo, en el sur de Tenerife tenemos un ejemplo paralelo en el municipio de Vilaflor, que se mantiene en las medianías altas como penúltimo reducto sureño de la papa.
Otro aspecto positivo que merece la pena mencionar es el origen agrícola de muchos de los trabajadores de Medio Ambiente, que compatibilizan esta actividad profesional con la agricultura a tiempo parcial, con las papas como principal cultivo, junto a la viña. En conclusión, tenemos que pensar que el cultivo de papas es algo más que una simple actividad agraria, nos suministra alimentos frescos y de calidad, es también una actividad ambiental de primer orden que hemos de mantener contra viento y marea, consumiendo la producción local siempre que podamos.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 22 de Septiembre 2002

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