EN ESTOS DÍAS hemos vivido una polémica sobre las
importaciones de papas y el consumo local, entre productores isleños, por un
lado, y grandes centros de distribución, por otro. Ante estos hechos resulta
innecesario añadir que hemos de realizar un esfuerzo diario y suplementario
para que la sociedad de las Islas conozca, distinga y valore en su justa medida
los productos de su tierra, y las dificultades que entrañan sus elevados costes
y la problemática de la producción.
Para empezar, estos problemas se producen en un año
excepcional por la abundante producción cosechada en las Islas Británicas, lo
que supone que lleguen al consumidor a costes sensiblemente más bajos que en
años precedentes, lo que repercute negativamente en las rentas de nuestros
agricultores que sufren un desánimo considerable ante esta coyuntura
desfavorable. Por el contrario, los años anteriores en los que las producciones
europeas han sido peores, los precios se han disparado muy por encima de la
lógica de este importante producto alimenticio. Es por ello que necesitamos una
producción propia, mínima y estable cada año, que se mantenga al margen de los
vaivenes coyunturales e incontrolados del mercado.
La única alternativa posible es crear las condiciones para
que nuestros agricultores continúen sembrando las papas. Así, por ejemplo, el
POSEICAM ha supuesto un avance importante para mantener la producción local
(cuantificada en una ayuda de 25 pesetas por kilo comercializado). A pesar de
ello, los cuellos de botella en el sector subsisten, en especial, en el proceso
de comercialización, como ha quedado puesto de manifiesto en los últimos días.
No deja de ser un hecho paradójico que los mismos que importan las papas de
semilla para vendérsela a los agricultores durante el invierno, en verano
importan papas de consumo de Europa, que compiten duramente con nuestras
producciones.
Otro aspecto que no debemos olvidar es la relación de este
cultivo con el Medio Ambiente y su preservación. En este sentido, hay que
destacar que los productores de papas son unos de nuestros mejores
colaboradores en la prevención de incendios en el norte de Tenerife, con una
significativa labor consolidada a lo largo de muchas décadas en la recogida de
miles de metros cúbicos de pinocha, para elaborar abonos orgánicos y aportar
nutrientes básicos a nuestro tubérculo por excelencia, y con la limpieza y
eliminación de bardos de zarzas y helecheras de los entornos forestales. Ante
este pasado hay que hacer una lectura diferente de las zonas paperas, desde
Topete en La Guancha, hasta el Llano de Castillo, en La Esperanza. Actuando de
manera muy significativa en todas las zonas altas del Valle de La Orotava, Icod
de los Trigos (Los Realejos) y Tierras de Mesa (San Juan de la Rambla). Pues si
sólo exceptuamos la zona de Los Campeches (Los Realejos), con tierras
abandonadas, el resto de las zonas agrícolas que lindan con los montes suelen
estar limpias. Más allá de Redondo a Icod de los Vinos, si exceptuamos un
espacio en San José de los Llanos, en El Tanque y en la Tierra del Trigo, en
Los Silos, el resto del noroeste se encuentra francamente colonizado por
matorrales de zarzas, espinas, etc., con el peligro que supone para que se
desencadene un incendio. En definitiva, las papas nos mantiene limpia de
matorral una superficie superior a las 2.000 hectáreas en el entorno de la
Corona Forestal.
Por todo esto, hay que dejar claro que los cultivos de papas
nos ayudan en la tarea diaria de prevenir los riesgos de incendios, en
especial, en los lindes que abarcan desde la Corona Forestal hasta las zonas
habitadas en el norte de Tenerife. Asimismo, en el sur de Tenerife tenemos un
ejemplo paralelo en el municipio de Vilaflor, que se mantiene en las medianías
altas como penúltimo reducto sureño de la papa.
Otro aspecto positivo que merece la pena mencionar es el
origen agrícola de muchos de los trabajadores de Medio Ambiente, que
compatibilizan esta actividad profesional con la agricultura a tiempo parcial,
con las papas como principal cultivo, junto a la viña. En conclusión, tenemos
que pensar que el cultivo de papas es algo más que una simple actividad
agraria, nos suministra alimentos frescos y de calidad, es también una
actividad ambiental de primer orden que hemos de mantener contra viento y
marea, consumiendo la producción local siempre que podamos.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 22 de Septiembre 2002
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