EN ESTOS DÍAS, mientras se celebra la feria de Pinolere, una
cita obligada para todos los que estamos relacionados de una forma u otra con
el mundo tradicional canario y su cultura. Con similar finalidad asistíamos la
semana pasada a la presentación de la revista de etnografía canaria "El
Pajar", una referencia también imprescindible en los últimos tiempos para
importantes parcelas de la realidad de la cultura y sociedad tradicional
canaria.
Desde esta tribuna literaria se hace una necesaria lectura de nuestro
territorio, desde "la vera de enfrente", es decir, desde el lugar
contrario al que se localiza nuestra sociedad actual, caracterizada por el
consumo, derroche y el olvido de nuestro pasado. La sociedad canaria es un
ejemplo paradigmático de evolución relampagueante, del arado romano y el burro
hemos oscilado, como péndulo incontrolado, hacia el semáforo, los rallies y las
hamburgueserías, en poco más de dos décadas. Un cambio tan brusco es imposible
que no genere traumas y desajustes graves, no sólo en el territorio, sino en la
propia sociedad que lo habita. No deja de resultar cuanto menos sorprendente
que, en apenas 30 años, la sociedad canaria haya olvidado o relegado nada menos
que 470 años de su historia moderna y contemporánea.
De esta forma, tenemos a un pueblo insular, alejado de
Europa, su principal referente cultural, con un problema de inmigración
creciente, que a duras penas es capaz de mantener una identidad propia, basada
en la historia que construyeron nuestros padres y abuelos. Por el contrario,
nuestro Archipiélago deriva de forma casi incontenible para convertirse en un
pequeño barrio satélite de la mal llamada "aldea global".
A pesar de este triste escenario en que se han convertido
las Islas, existen algunas experiencias que nos permiten tener alguna esperanza
en el futuro. Uno de ellos es la cita periódica con la revista "El
Pajar" y otros son la Feria de Pinolere y el barrio de Benijos. Ejemplos
vivos de cómo es posible sacar adelante verdaderas iniciativas de desarrollo
sostenible, de cómo es posible que hombres y mujeres motivados obtengan
rendimientos dignos utilizando su historia, sus recursos, su cultura y su economía.
Estas experiencias son algo más que hechos aislados e inconexos, nacen de un
substrato cultural que aún existe en amplias zonas de nuestro territorio, en
casi todas las Islas del Archipiélago. Existe y se puede localizar - si lo
buscamos - un pueblo arraigado a la tierra, a su historia y que lucha por no
perder su memoria histórica, casi siempre de forma altruista y poco reconocida,
pero igualmente valiosa.
Entre los Altos del Valle de La Orotava, unido con Tierras
de Mesa, en San Juan de la Rambla, Icod de los Trigos, en Los Realejos, y la
Comarca de Acentejo, se encuentra la zona agrícola de medianías más dinámica y
rica del Archipiélago, donde los cultivos de papas y de viña y, en el caso de
Benijos la ganadería, están dando un ejemplo de cómo se puede obtener
rentabilidad de nuestro medio rural. Benijos, en los Altos del Valle de La
Orotava, alberga una floreciente actividad ganadera, ejemplar para el resto de
Canarias, centrada en la leche y sus derivados, que se complementa con la papa
y el viñedo. La cooperativa de Benijos, que ocupa en la actualidad unas tierras
consideradas, hasta hace muy poco, marginales y de secano (casi sin valor),
mueve una facturación anual superior a los 500 millones de pesetas. Pero es que
además de la rentabilidad económica de este caso hay que añadir varios aspectos
sobresalientes: la dignificación social que ha llevado implícita la mejora de
las condiciones de vida para los vecinos del barrio, con rentas distribuidas
equilibradamente para la comunidad y, algo muy importante y excepcional, la
decidida incorporación de jóvenes a una actividad primaria floreciente y
atractiva. Por otro lado, tenemos el complemento de sostenibilidad, con el
aprovechamiento intensivo de la pinocha de los bosques para su posterior
utilización para elaborar abonos orgánicos o cama del ganado, aliviando la
tarea del Área de Medio Ambiente en la conservación de los montes insulares y
en la prevención de incendios. Benijos es el ejemplo real del que todos
hablamos y muy pocos son capaces de llevar a la práctica: la economía
sostenible. Un proyecto lleno de ilusión y esfuerzo colectivo que pone de
manifiesto que aún es posible nadar en contra de las tendencias dominantes en
la mayor parte de nuestra sociedad y de las teorías al uso.
Estas palabras tratan de constituir mi sencillo y modesto
homenaje a las personas que están detrás, que promueven, organizan, que no se
desaniman ante las dificultades y que luchan con todas sus fuerzas y día a día
por hacer posible experiencias como "El Pajar", la Feria de Pinolere
o la cooperativa de Benijos. Va por ustedes.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 1 de Septiembre 2002
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