EN LOS ÚLTIMOS AÑOS el Area de Medio Ambiente del Cabildo
Insular de Tenerife viene realizando una destacada labor en la naturalización
del medio forestal; este proceso ha requerido un considerable esfuerzo
económico y humano y, sobre todo, contemplándolo como un trabajo a medio y
largo plazo.
A lo largo de la reciente historia de nuestros bosques se
realizaron reforestaciones rápidas, con árboles de crecimiento rápido, de
especies foráneas. La intención era volver a cubrir de vegetación terrenos
deforestados en épocas de "hambre de tierras" para dedicarlos a la actividad
agrícola de autoabastecimiento de nuestros campesinos, o bien para sustituir
zonas taladas de laurisilva o de pino canario, por los pinos de California. La
construcción de viviendas o la necesidad de leña para cocinar exigía que
hubiera recursos madereros en cantidades suficientes y al mismo tiempo que
fueran renovables en un corto período de tiempo. Estas causas explican que se
reforestaran en décadas pasadas con pinos insignes más de 10.000 hectáreas de
la superficie de Tenerife, como si de "huertos de lechugas" se
tratase, olvidando las leyes de la naturaleza en beneficio de madera rápida y
fácil, generando una situación netamente artificial de gran parte de nuestras
áreas forestales que, con el tiempo transcurrido, han necesitado de un
importante trabajo de saneamiento por parte de los hombres y mujeres de Medio
Ambiente de Tenerife, con el fin de mejorar, por un lado, las condiciones
generales de sustentabilidad de las citadas masas arbóreas y, por otro, de
proporcionar las condiciones idóneas para la conservación y protección de
nuestra importante biodiversidad.
Es por ello que, desde hace siete años, el Cabildo Insular
de Tenerife viene acometiendo la sustitución de los pinos insignes, originarios
de California y ampliamente extendidos por la geografía continental europea,
por la vegetación endémica de nuestras Islas, en algunos casos, por los pinos
canarios y, en otros, por especies del monteverde, es decir, de la
laurisilva y del fayal - brezal. La vegetación que se ha desarrollado y
adaptado a la geografía insular durante siglos y milenios, y que debe ser
conservada y protegida por nosotros como parte importante de nuestro
patrimonio, como sociedad concienciada y comprometida con la salvaguarda de su
medio ambiente.
El proceso es sencillo, pero requiere un enorme esfuerzo
humano y económico. Una vez talados los pinos introducidos se restaura
progresivamente con las plantas autóctonas, realizando un exhaustivo
seguimiento por parte de nuestro personal de campo, que asegure su
supervivencia en las primeras fases de su crecimiento. De esta manera, sólo en
el área comprendida entre Acentejo, Tacoronte, El Sauzal y Candelaria se han
reforestado más de 38 hectáreas, en su momento ocupadas por pinos insignes y
que, en la actualidad, vuelven a tener su vegetación original de fayas,
aceviños, palo blanco, viñátigo, peralillos, mocaneras y sanguinos.
También en las laderas meridionales de Candelaria hemos
reforestado las zonas de pinar degradado con más de 7.000 fayas; acción
repetida también, en el mismo municipio, en la finca de Chivisaya, con la
plantación de 6.000 pinos canarios, además de restaurar una parte de los
terrenos con 2.000 frutales, como higueras, almendros o castaños. Por otro
lado, en el Valle de La Orotava también se han plantado más de 20.000 plantas
de laurisilva.
En definitiva, queremos dejar claro que la restauración de
la cubierta vegetal de Tenerife no es sólo la reforestación de la vertiente
sur, sin pinares, sino que también es una prioridad paralela la recuperación
del monteverde endémico, como parte de la vegetación de antaño. Las ventajas de
estas plantas originales son múltiples y variadas con relación a las
sustituidas: son mucho menos pirófitas (que generan menos riesgos para la
aparición y propagación de un incendio), aportan un volumen mayor de agua al
subsuelo a través de la captación de la humedad de las nubes ("lluvia
horizontal"), lo que constituye un freno importantísimo a los procesos
erosivos y, en conclusión, supone una naturalización creciente de nuestros
bosques. Y la prueba de esa artificialidad que exponíamos en el inicio de este
artículo es la "selección natural" que el pasado temporal de viento,
el de diciembre pasado, realizó en nuestros paisajes forestales del Valle de La
Orotava, acabando masivamente con los pinos insignes mientras que dejó casi
intacta las especies autóctonas.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 16 de Febrero 2003
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