domingo, 16 de febrero de 2003

La naturalización de nuestros bosques


EN LOS ÚLTIMOS AÑOS el Area de Medio Ambiente del Cabildo Insular de Tenerife viene realizando una destacada labor en la naturalización del medio forestal; este proceso ha requerido un considerable esfuerzo económico y humano y, sobre todo, contemplándolo como un trabajo a medio y largo plazo.

A lo largo de la reciente historia de nuestros bosques se realizaron reforestaciones rápidas, con árboles de crecimiento rápido, de especies foráneas. La intención era volver a cubrir de vegetación terrenos deforestados en épocas de "hambre de tierras" para dedicarlos a la actividad agrícola de autoabastecimiento de nuestros campesinos, o bien para sustituir zonas taladas de laurisilva o de pino canario, por los pinos de California. La construcción de viviendas o la necesidad de leña para cocinar exigía que hubiera recursos madereros en cantidades suficientes y al mismo tiempo que fueran renovables en un corto período de tiempo. Estas causas explican que se reforestaran en décadas pasadas con pinos insignes más de 10.000 hectáreas de la superficie de Tenerife, como si de "huertos de lechugas" se tratase, olvidando las leyes de la naturaleza en beneficio de madera rápida y fácil, generando una situación netamente artificial de gran parte de nuestras áreas forestales que, con el tiempo transcurrido, han necesitado de un importante trabajo de saneamiento por parte de los hombres y mujeres de Medio Ambiente de Tenerife, con el fin de mejorar, por un lado, las condiciones generales de sustentabilidad de las citadas masas arbóreas y, por otro, de proporcionar las condiciones idóneas para la conservación y protección de nuestra importante biodiversidad.
Es por ello que, desde hace siete años, el Cabildo Insular de Tenerife viene acometiendo la sustitución de los pinos insignes, originarios de California y ampliamente extendidos por la geografía continental europea, por la vegetación endémica de nuestras Islas, en algunos casos, por los pinos canarios y, en otros, por especies del monteverde, es decir, de la laurisilva y del fayal - brezal. La vegetación que se ha desarrollado y adaptado a la geografía insular durante siglos y milenios, y que debe ser conservada y protegida por nosotros como parte importante de nuestro patrimonio, como sociedad concienciada y comprometida con la salvaguarda de su medio ambiente.
El proceso es sencillo, pero requiere un enorme esfuerzo humano y económico. Una vez talados los pinos introducidos se restaura progresivamente con las plantas autóctonas, realizando un exhaustivo seguimiento por parte de nuestro personal de campo, que asegure su supervivencia en las primeras fases de su crecimiento. De esta manera, sólo en el área comprendida entre Acentejo, Tacoronte, El Sauzal y Candelaria se han reforestado más de 38 hectáreas, en su momento ocupadas por pinos insignes y que, en la actualidad, vuelven a tener su vegetación original de fayas, aceviños, palo blanco, viñátigo, peralillos, mocaneras y sanguinos.
También en las laderas meridionales de Candelaria hemos reforestado las zonas de pinar degradado con más de 7.000 fayas; acción repetida también, en el mismo municipio, en la finca de Chivisaya, con la plantación de 6.000 pinos canarios, además de restaurar una parte de los terrenos con 2.000 frutales, como higueras, almendros o castaños. Por otro lado, en el Valle de La Orotava también se han plantado más de 20.000 plantas de laurisilva.
En definitiva, queremos dejar claro que la restauración de la cubierta vegetal de Tenerife no es sólo la reforestación de la vertiente sur, sin pinares, sino que también es una prioridad paralela la recuperación del monteverde endémico, como parte de la vegetación de antaño. Las ventajas de estas plantas originales son múltiples y variadas con relación a las sustituidas: son mucho menos pirófitas (que generan menos riesgos para la aparición y propagación de un incendio), aportan un volumen mayor de agua al subsuelo a través de la captación de la humedad de las nubes ("lluvia horizontal"), lo que constituye un freno importantísimo a los procesos erosivos y, en conclusión, supone una naturalización creciente de nuestros bosques. Y la prueba de esa artificialidad que exponíamos en el inicio de este artículo es la "selección natural" que el pasado temporal de viento, el de diciembre pasado, realizó en nuestros paisajes forestales del Valle de La Orotava, acabando masivamente con los pinos insignes mientras que dejó casi intacta las especies autóctonas.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 16 de Febrero 2003

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