EL PASADO FIN DE SEMANA nos dejó Antonio Cova Domínguez,
concejal de Anaga del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Más allá de lo
lamentable que siempre es la pérdida de un amigo, en el caso de Antonio se
añade la desaparición de un luchador incansable por el presente y el futuro de
los hombres y mujeres de un espacio tan singular como es Anaga y, en especial,
del pueblo de San Andrés.
Destacado luchador antifranquista, hombre comprometido con
su tierra y sus gentes, Antonio fue, durante los últimos 35 años, uno de los
mayores defensores del sur de Anaga, de los barrios colgados de sus laderas,
construidos con el sacrificio de gente sencilla y trabajadora. Estuvo presente
en la mayor parte de las reivindicaciones sociales y ambientales de un espacio
"maltratado" no tanto por la geografía sino por la distribución de
los recursos económicos de una sociedad netamente urbana, que menospreció
históricamente los núcleos habitados que se adentraban en el macizo.
Él, que nació y vivió en un lugar ejemplar de Tenerife en el
plano social: San Andrés. Un pueblo de Santa Cruz que no se siente barrio,
orgulloso y consciente de su devenir como comunidad diferenciada desde hace
muchas generaciones. En ese contexto de lucha por alcanzar conquistas sociales
que mejorasen paulatinamente la calidad de vida de los vecinos, Antonio se
destacó siempre en primera línea, en tantas batallas que sería imposible
enumerarlas aquí. Desde la lucha por detener la excavación de la Galería de la
Hoya, que amenazaba la supervivencia de los manantiales del Barranco del
Cercado, la principal zona agrícola de San Andrés, hasta su enfrentamiento con
Explosivos Riotinto para evitar la construcción de unas instalaciones en el
barranco de las Huertas, que podían comprometer la seguridad de las casas
colindantes, pasando por el freno definitivo a la pretendida expropiación del
núcleo del Suculum por parte de la Junta Compensatoria de Las Teresitas, la defensa
del cementerio de San Andrés como parte de un patrimonio histórico del pueblo
ante la pretendida expansión de la playa, la lucha codo a codo con los
trabajadores de Nuvasa, o conseguir un saneamiento en condiciones para San
Andrés o evitar el levantamiento de la Avenida Exterior, que hubiera convertido
al barrio en una laguna en caso de fuertes lluvias, tal y como quedó demostrado
el fatídico 31 de marzo pasado, y tantas y tantas luchas anónimas, infructuosas
y altruistas.
Hace una semana que la sociedad santacrucera y tinerfeña es
un poco más pobre, porque hemos perdido un hombre ejemplar, un dinamizador de
una sociedad tradicionalmente difícil de mover, de agrupar, algo apática en
ocasiones. Antonio, un vecino de San Andrés, preocupado y comprometido no sólo
con la gente sino también con la conservación de un paisaje y de una naturaleza
singular, la del Parque Rural de Anaga. En esa lucha coincidimos muchas veces
en los últimos años, años de avance y de progreso no sólo para sus habitantes,
sino también para la protección de su rica biodiversidad y el mantenimiento de
las actividades agrarias y pesqueras tradicionales.
San Andrés representa un ejemplo para toda Canarias por su
amplia actividad asociativa, envidia de muchos otros lugares que con mayores
recursos y a golpe de talonario no han sido capaces de lograr lo que apenas
4.000 personas han conseguido. Dos bandas de música, equipos de fútbol en
regional y en preferente, dos rondallas, el grupo musical Paiva y, en
definitiva, una conciencia social y de grupo consolidada, que personas como
Antonio Cova contribuyeron a crear y consolidar.
Es por todo ello que la despedida de Antonio no podía ser de
otra forma a como transcurrió, una manifestación masiva, popular y espontánea
de reconocimiento y de agradecimiento a una labor abnegada y desinteresada de
más de cuatro décadas, por ellos y por sus hijos.
Hombres como Antonio Cova refuerzan mi fe en esta sociedad
en la que vivimos que, en ocasiones, toma - con excesiva facilidad - como
modelos a futbolistas o a artistas que ganan millones de euros a destajo y que,
en ningún caso, llegan al compromiso personal con su tierra, en favor de gente
casi desconocida o con peor suerte, que le quitan tiempo a su familia,
olvidándose de los beneficios personales, asistiendo a reuniones nocturnas con
el simple ánimo de aportar su granito de arena a mejorar la calidad de vida de
sus vecinos. Parte del trabajo de Antonio continúa y continuará en el futuro
con el esfuerzo de la Asociación de Vecinos de "El Pescador",
resultado de la siembra que realizaron Antonio y otras personas de San Andrés,
hace ya muchos años.
No quería (y no podía) desaprovechar esta tribuna
privilegiada que tengo desde hace años en el periódico EL DIA para
despedir a Antonio como se merecía, para hacerle un modesto homenaje público a
un hombre al que me unió la amistad, el trabajo, el compromiso social y el
objetivo primordial de hacer de nuestra Isla, de nuestras Islas, un lugar mejor
para vivir. Y este homenaje personal y exclusivo para Antonio quiero hacerlo
extensivo a las cientos, tal vez miles, de canarios y canarias que continúan a
diario, en muchos lugares anónimos, nadando contra corriente, dando su tiempo y
una parte importante de su vida por los demás, sin recibir nada a cambio,
preguntándose a veces si vale la pena el compromiso. Antonio siempre lo tuvo
claro, no sólo valía la pena sino que era necesario, y su vida fue un ejemplo
de ello. Por eso, por todo, gracias Antonio.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 2 de Marzo 2003
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