SIN ÁNIMO de entrar en polémicas pre-electorales me permito
opinar sobre alguna de las noticias vertidas en los últimos días, en las que
dirigentes del PSOE salieron en diferentes medios de comunicación divulgando
informaciones erróneas y verdades a medias en un patético y poco sustancial
intento de desprestigiar la gestión y la protección de los espacios naturales
en la Isla de Tenerife. En ningún caso la cercanía de las fechas electorales
puede justificar la manipulación de la realidad que determinados políticos
realizan. No obstante, sí que es cierto que estamos obligados a rendir cuentas
a la sociedad tinerfeña de cómo protegemos su patrimonio natural, no sólo por
los euros que se pagan en impuestos sino porque cualquier agresión que sufren
estos espacios puede llegar a ser irreparable en el futuro.
Los ciudadanos que penetran en los espacios naturales
protegidos de Montaña Roja, Rambla de Castro, Tabaibal del Porís, Acantilados
de Acentejo y de Fasnia, Montaña Amarilla, los malpaíses de Güímar y de Rasca,
o en los Parques Rurales de Anaga y Teno, entre otros, deben saber que, en los
últimos cuatro años, el Cabildo de Tenerife ha invertido no menos de 11
millones de euros en protegerlos y en mejorar su gestión y su conservación,
independientemente de que tuvieran aprobados sus respectivos planes o no, como
es lógico deducir. Y es que estos territorios son algo más para nosotros, los
trabajadores y trabajadoras de Medio Ambiente de Tenerife, algo más que simples
manchas de color sobre un bonito mapa. Cada lugar tiene su riqueza, su
singularidad, aquello que lo hace distinto y digno de ser conservado para las
generaciones venideras. Es pues un compromiso, una responsabilidad que el
pueblo de Tenerife concede a varios centenares de trabajadores y trabajadoras,
con una alta cualificación y un cariño por su trabajo que excede sobradamente
las meras obligaciones profesionales. Es cierto que muchos de esos espacios
naturales sufrieron durante años un grado de abandono y de falta de inversiones
realmente notable. A medida que la conciencia medioambiental fue consolidándose
en nuestra sociedad los medios y los recursos crecieron, y en la última etapa,
a partir de que el Cabildo asume las competencias del Gobierno de Canarias, es
el momento en que mayor atención han recibido y reciben los espacios naturales.
Hubo que comenzar por el principio, puesto que nada se había
hecho desde que se declararon espacios protegidos. Se delimitaron y algunos se
cerraron con muros para, por un lado, informar a los ciudadanos de hasta dónde
llegaba la normativa de protección y para, por otra parte, protegerlos de
agresiones externas y de presiones urbanísticas. De esta manera, los trabajos
desarrollados en lugares como Montaña Amarilla, Montaña Roja, en los Malpaíses
de Güímar o de Rasca no constituyen referencias aisladas ni casos excepcionales.
Estas acciones se han inspirado en unos principios de diálogo y de colaboración
activa con los propietarios que aún conservan derechos sobre las tierras en que
se asientan estos espacios. En este sentido, hay que agradecer públicamente a
dichos propietarios su actitud de compromiso con la conservación que han
asumido casi unánimamente.
En todo momento, se ha aplicado una metodología práctica y
aplicada sobre el terreno, con el objetivo fundamental de que la protección
sobrepasara la teoría y la fragilidad de los papeles, para que fuera un hecho
constatable visual y materialmente. Así, los senderistas y montañeros, canarios
y extranjeros, que por cientos recorren los senderos restaurados en estos
espacios naturales pueden comprobar in situ cómo la denunciada "falta de
actuaciones" en estos espacios es simplemente falsa. Se han demolido obras
que impactaban en esos paisajes (Malpaís de Güímar), se ha restaurado con
vegetación autóctona (Montaña Amarilla), producida en viveros del Cabildo como
el de Fasnia. Por supuesto, se han realizado campañas de limpieza en todos
estos espacios porque a algunos canarios aún les falta un sentido mínimo de
respeto al entorno, y aprovechan rincones apartados para tirar sus escombros y
basuras (Montaña de Guaza). Hemos desarrollado programas de Educación Ambiental
para concienciar a las poblaciones visitantes o aledañas de las necesidades de
protección y conservación de esos ecosistemas (Montaña Roja). En la Montaña de
los Frailes nuestros trabajadores "barrieron" literalmente la flora
invasora foránea, liderada por el agresivo "rabo de gato". Se abordó
un ambicioso plan de restauración paisajística y de senderos en Rambla de
Castro. Y así podríamos continuar, llenando páginas sin descanso sobre todas y
cada una de las actuaciones que se han desarrollado estos últimos años en todos
los espacios naturales de Tenerife. Dejamos en marcha un ambicioso plan para
articular una red de caminos que vertebre todos los espacios naturales a través
de senderos de gran recorrido, perfectamente señalados y mantenidos;
mejoraremos la participación de la población con un plan de voluntariado
ambiental que permitirá a todos los tinerfeños colaborar como quieran en el
cuidado de su medio ambiente, etc.
Ahora bien, falta mucho por hacer, sin lugar a dudas, porque
hemos de conservar, proteger, divulgar y valorizar más del 40 por ciento de la
superficie de Tenerife. Una extensión enorme con una gran complejidad espacial
en un territorio orográficamente complicado. Además, a medida que vamos
avanzando también aprendemos, de nuestros errores y de nuestros aciertos, como
es lógico. Que nos gustaría tener más medios, más recursos humanos, más dinero,
por supuesto, como al resto de las áreas del Cabildo, como los hospitales del
Cabildo, como cultura, como infraestructuras, pero también es incuestionable
que el Cabildo de Tenerife viene realizando desde hace ya muchos años un
esfuerzo creciente material, humano y presupuestario, en materia
medioambiental, que va a continuar sin lugar a dudas en los próximos años.
Sin embargo, más allá del dinero no sé si saben los señores
del grupo socialista que el gran potencial que este Cabildo posee con relación
a la gestión medioambiental es su capital humano, un fenomenal grupo de hombres
y mujeres, plenamente ilusionados y concienciados sobre la tarea que
desempeñan. Que se han creado 38 plazas, la mayoría de personal técnico, en un
compromiso incuestionable por mejorar la cantidad y calidad de nuestros
recursos humanos. Además, puedo afirmar con rotundidad que se trata del equipo
técnico más cualificado del Archipiélago y que constituye un ejemplo para otros
Cabildos vecinos que, en los últimos años, nos han visitado repetidamente y han
aprovechado nuestro modelo para mejorar sus propios departamentos ambientales.
Por tanto, si se acusa al Cabildo de no "ser capaz de proteger a los
espacios naturales de la Isla" se está acusando a todos los que estamos
comprometidos en la conservación de nuestro paisaje y de nuestra biodiversidad
de dejación, de incompetencia o de absentismo laboral. Y eso desde luego no
vamos a admitirlo venga de quien venga, ni nosotros, los políticos
responsables, ni ellos, los trabajadores y trabajadoras de Medio Ambiente. En
otras palabras, estamos de acuerdo con los compañeros del PSOE que aún queda
mucho por hacer pero no podemos aceptar que se ignore o descalifique todo lo
que se ha hecho, que ha sido mucho y bueno para nuestros espacios naturales
protegidos.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 16 de Marzo 2003
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